Votación del Parlamento Europeo sobre la seguridad en el juguete genera rechazo dentro de la industria europea
El pasado 13 de marzo, el Parlamento Europeo tomó una decisión crucial al votar a favor de una propuesta de Reglamento de Seguridad de los Juguetes. Esta medida, diseñada para elevar los estándares de seguridad en la fabricación de juguetes, ha generado un acalorado debate en la industria.
La propuesta, que pretende implementar controles más estrictos y prohibiciones adicionales para garantizar productos más seguros, ha sido recibida con escepticismo y rechazo por parte de la mayoría de los industriales europeos. Argumentan que, lejos de mejorar la seguridad, estas nuevas normativas complicarán aún más el proceso de fabricación y control.
La Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) ha expresado su desacuerdo con el proyecto legislativo aprobado en Estrasburgo, Francia. Según la AEFJ, el enfoque de la normativa en la prohibición de sustancias tóxicas y juguetes equipados con tecnología digital plantea problemas tanto de fondo como de forma.
Entre las principales preocupaciones de la AEFJ se encuentra la imposibilidad de utilizar ingredientes naturales en la fabricación de juguetes. Esto implicaría la prohibición de materiales seguros como ceras de colores, pinturas o tizas, así como la restricción del uso de acero inoxidable en juguetes destinados al exterior, como camas elásticas o coches pequeños.
La asociación argumenta que ningún material alternativo puede igualar los estándares de durabilidad y seguridad del acero inoxidable en la fabricación de juguetes.
Por otro lado, la Federación Europea del Juguete (TIE) ha expresado su preocupación por la ampliación del periodo de venta de juguetes seguros en el mercado. Consideran que el plazo extendido a 20 meses no es suficiente y podría resultar en un despilfarro masivo y un atentado contra la sostenibilidad, ya que cientos de miles de juguetes deberán ser localizados y destruidos.
En resumen, el nuevo Reglamento de Seguridad de los Juguetes ha desatado una controversia en la industria europea, con diferentes actores expresando preocupaciones sobre su impacto en la fabricación, venta y seguridad de los productos.
